Tal vez no lo parezca, pero tanto Hallowen, la Castañada o la fiesta del Magosto tienen el origen en la festividad celta de Samhaín. Se lee Sa-wèn.
Lo he visto escrito de varias formas: Samhaín, Shamaín o Samaín, incluso Samagín, con acento o sin acento, con h y sin h, pero no hay duda de que se trata de la misma palabra.
Antes de adentrarnos en Samhain, centrémonos en la mentalidad céltica, concretamente en la época de esplendor. Si lo hacemos desde la cómoda visión de quien dispone de tiendas de alimentación y grandes superficies en que puedes encontrar comida en abundancia todo el año, en que ni siquiera se sabe muchas veces cuál es el producto de temporada porque disponemos de él todo el año (por ejemplo, hay tomates todos los días), se nos van a escapar muchos detalles importantes.
O lo que es peor, pensar que cuando el invierno se acerca no es para tanto, que no es una época dura. Que no hace tanto frío. Hoy en día, con el aumento de la temperatura, los inviernos no son tan rigurosos. Con la calefacción calentitos y con comida se ve todo muy bien.
Pero no lo es cuando el frío y la humedad te calan hasta los huesos y pasas hambre por una mala cosecha (se puede haber perdido por diversos motivos, como una plaga o una tormenta, por ejemplo). Cuando las noches son largas, el sol no calienta y la comida va disminuyendo mes a mes, el invierno es duro y cruel. Terriblemente frío.
Hay que prepararse. Hoy en día sigue pasando en nuestro planeta. Unos disfrutan de recursos adecuados. Otros, no. En nuestra sociedad industrializada el equivalente es padecer pobreza energética y, además, no disponer de suficientes recursos para poderte alimentar todos los días.
Samhaín
Samhaín literalmente, significa “fin del verano”. La luz del Sol va disminuyendo y dejando más horas a la oscuridad. El verano ha finalizado, es momento de encerrar a los rebaños en los establos, resguardarlos del frío y del hambre. Ya quedan atrás los días luminosos y llenos de vida, ahora nos esperan los fríos y oscuros meses de invierno, donde la comida escasea y, si no se hace una buena previsión, seguramente no se sobreviva a una nueva primavera.
Es un buen momento para hacer balance de la comida que se tiene y del ganado, para superar el periodo invernal de largas noches gélidas. ¿Hay suficientes alimentos para nosotros y los animales? ¿cuáles se sacrifican?
Pero eso no es todo. Esta noche no es una noche cualquiera. El mundo sobrenatural acecha entre las sombras.
Samhaín es uno de los dos días del año en que el velo que separa el mundo de los vivos y de los muertos es más fino.
Es tan delgado que los espíritus de nuestros antepasados, en esta noche, pueden venir a visitarnos.
Los druidas hacen de puente entre los dos mundos, comunicándose con los antepasados. La muerte no es el fin, es un cambio de plano de existencia.
Poderse comunicar con el Otro Lado es muy importante, no sólo puedes expresarte, también puedes preguntar acerca de lo que te preocupa o solucionar asuntos pendientes, incluido pedir perdón y librarte del sentimiento de culpa por no haber dicho o hecho algo. O liberarte de promesas.
Los druidas orientan a los vivos a través de la comunicación con el mundo de los muertos. También leen lo que depara el futuro: es una noche ideal para la adivinación y la profecía debido a que no hay ninguna frontera entre este mundo y el sobrenatural.
No hay barreras entre ambos mundos. Es una noche fuera del tiempo. No pertenece ni al mundo visible de los vivos ni al invisible del Más Allá.
Por ello se invoca el linaje del gran árbol genealógico de los ancestros. Mirando atrás en el tiempo, hasta nuestro origen.
¡Qué alegría! Reunirnos con todos los seres queridos, pasar unas horas juntos… ¿no es maravilloso? Además, se han recogido las cosechas, hay comida en abundancia. Se han sacrificado los animales que no sobrevivirían al invierno y hay gran cantidad de carne. Se preparará para los meses de oscuridad, sí, pero también se disfruta hoy.
Samhaín se celebra con mucha carne y bebida. Especialmente se come mucha carne de cerdo. Al fin y al cabo acaba un ciclo y empieza otro. ¡Hay que celebrarlo!
La Tierra se prepara para el recogimiento del invierno, muchos de los árboles han perdido muchas de las hojas y pronto quedarán con el tronco desnudo, como esqueleto arbóreo.
El contraste de colores de las hojas otoñales tiñe nuestro entorno con inmensidad de tonos: verdes, rojos, amarillos, marrones… Es precioso. La Tierra ha dado los últimos frutos antes de sumirse en la muerte.
Se entra en un estado de descanso, de calma, de introspección… ¿Qué dejo atrás? ¿Qué lastres suelto? ¿Qué me llevo al nuevo ciclo? ¿Cómo espero vivirlo?
Es una oportunidad para dejar atrás el dolor y seguir con la confianza de que un nuevo comienzo se abre delante.
La Diosa está en el aspecto de Anciana, llena de sabiduría y conocimiento, guardiana de misterios arcanos.
Viene la época del reposo de la Tierra, latente de vida. Las semillas reposan en el oscuro interior de la Tierra y germinarán en la primavera elevándose a la luz del sol. La fertilidad volverá en Beltane (1 de mayo), donde el verano aparece después del largo invierno.
Sin embargo, eso no es todo. Lugh (dios solar céltico) ahora estará bajo la autoridad de las tinieblas, y sólo regresará de nuevo al mundo cuando se empiece a dejar el invierno atrás, es decir, hasta Imbolc (2 de febrero).
¿Qué hacer en Samhaín?
El velo no separa los mundos, y ambos se interrelacionan. Es un periodo peligroso, el espacio-tiempo se ve alterado. El tiempo se detiene.
El mundo del sidh (“paz”, el Otro Mundo celta; también hace referencia a montañas o colinas mágicas, túmulos megalíticos o islas mágicas, allí donde hay una puerta al mundo sobrenatural) se abre al mundo de los vivos. Las hadas pueden tomar maridos mortales.
El reino de Donn, el Oscuro (dios irlandés de los muertos) está al alcance de la mano. Cualquier bruma puede conducirte a él, al adentrarte al bosque puedes atravesar al Otro Lado sin darte cuenta. En un descuido puedes estar ante Donn, el dios de la muerte, siempre enérgico, con expresión agresiva, sombría, sin piedad.
Muchos riesgos acechan en esta fecha a los mortales. Los difuntos muchas veces vuelven para pasar cuentas, recriminar olvidos o llamar la atención sobre algún asunto. Incluso pueden vengarse. No sólo vuelven los que desean estar con los suyos: son todos los muertos los que pueden visitar a los vivos, también los dañinos.
Hay que tenerlos contentos. ¿Cómo? Ofreciendo comida a los muertos, ya sea poniendo un plato para ellos en la mesa o en los caminos. También iluminando los hogares para que los ancestros puedan llegar bien y no se pierdan.
Hay que alejar a los malos espíritus, ¿cómo? Utilizando cabezas iluminadas desde el interior (precursoras de la calabaza tallada típica de Halloween Jack O’Lantern).
Hay que engañar a los espíritus para que no te lleven al Otro lado, ¿cómo? Poniendo en la ropa cortezas de árbol, musgos, ramas pequeñas…
También tiznando la cara con las cenizas de la hoguera o con sangre de los animales sacrificados, incluso usando trozos de piel o cabezas de animales muertos.
Cualquier cosa que haga que parezcas un ser sobrenatural y así, los del Otro Lado creen que eres de los suyos y no te arrastran Más Allá del velo. (De ahí el origen de disfrazarse de ser sobrenatural o muerto en Halloween).
Y ahora…
Ahora que ya nos hemos situado un poco lo que representa Samhaín, vamos a ver cuándo lo celebraban los celtas y cómo ha ido evolucionando a través de los siglos, para seguir perviviendo en el Magosto, la Castañada y en Halloween.
Pero antes… Un detalle.
Juego de palabras de SamHaÍn
Habitualmente Samhaín se traduce como fin del verano, y es correcto. Ahora quisiera compartir contigo una observación relativa a este nombre. Curiosamente, uno de los significados poco utilizados de la raíz de Samhain significa juntos.
Y un anagrama de Samhain es anhimas, plural de anhima. Si lo escribimos sin h (y sin acento) es “anima”, ánima, alma. En irlandés antiguo “animm” significa alma. En latín “animus” es el alma racional. La raíz ane- se relaciona con viento, alma, vivir, existir. (Nota: anhima también significa “pájaro negro»).
En un insólito juego de palabras, Samhain puede interpretarse como todas las almas juntas, sin distinción, vivas y muertas. No hay barrera entre los dos mundos, puedes ir de uno o otro indistintamente. Y todo ello en el fin del verano. Un nombre muy apropiado para esta celebración.
¿Cuándo celebraban los celtas SamhaÍn?
El calendario celta tenía en cuenta tanto al Sol como a la Luna. Los celtas empezaban el mes con luna llena. Samhaín corresponde a la luna llena más cercana al punto medio entre el equinoccio de otoño y el solsticio de invierno. En otras palabras, significa que es un día variable, cambia cada año.
En nuestro calendario es difícil encontrar el equivalente exacto (la correspondencia cíclica es cada 19 años), pero tomando como referencia los solsticios y equinoccios y la esencia del punto medio entre ellos, se puede decir que es la noche del 31 de octubre (del hemisferio norte), ya que el día empezaba con la puesta de sol. Han pasado cuarenta días desde el equinoccio de otoño (22 septiembre)
Esta noche también ha recibido el nombre de la Tercera Cosecha.
Según la cultura celta dos veces al año el velo entre mundos se difumina y se mezclan los vivos con los seres sobrenaturales y los muertos: en Samhaín y en la Noche de Walpurgis.
Se considera la celebración más importante de la cultura celta, y duraba tres días. Recibe el nombre de Samhain por realizarse en el mes de los sammonios (octubre-noviembre). Es el tiempo de la caída de las semillas.
¿Qué pasa con Samhaín en la historia?
El tiempo transcurre en las civilizaciones, que van cambiando y evolucionando a lo largo de las diferentes épocas. Llega un momento en que los pueblos celtas se romanizaron en mayor o menor grado.
Samhaín se mezcla con la fiesta romana para agradecer la cosecha, en las mismas fechas, llamada fiesta de Pomona, asociada a los árboles frutales y, especialmente, a la manzana. (¿Recuerdas los juegos de coger la manzana típicos de Halloween?)
Además, por ser una fecha variable al seguir el calendario lunar, muchas veces se acerca en el tiempo con el último día (8 de noviembre) de la celebración de la antigua Roma del “Mundus patet”: el mundo está abierto.
¿El mundo está abierto a qué? A los espíritus de los muertos, que son libres de vagar por el mundo de los vivos: está abierta la puerta del inframundo.
Según la creencia de los antiguos romanos ocurría tres veces al año, los otros dos días son el 24 de agosto y el 5 de octubre. No eran días favorables y no realizaban ninguna actividad pública o privada.
¿Quieres adentrarte en la inquietante esfera de saber que está abierta la puerta al inframundo? Te invito a escuchar Mundus Patet by Vrna.
Posteriormente, aparece la religión católica, la cual trata de eliminar las celebraciones que se hacían de la anterior religión. Si no era posible, les daba un nuevo significado de acorde a sus principios. Hay que reconocer que ha sido buena en dar un nuevo sentido a las fiestas preexistentes de otras religiones.
¿Cómo se va eclipsando el nombre Samhaín?
A principios del s. VII, el nuevo obispo de Roma Bonifacio IV recibe como regalo el Panteón, y decide consagrarlo en memoria de todos los mártires, naciendo así la festividad de Todos los Santos (vivos y muertos, tuvieran o no día propio en el calendario, se conozcan o no) a nivel local.
Se celebraba inicialmente en el mes de mayo (en la Roma clásica era cuando se celebraba la festividad de Lemuria, para conjurar el alma de los muertos. La otra fecha importante era en febrero, con la Feralia, en la que rezaban por el descanso de los muertos).
En el s. VIII el papa Gregorio III consagra una capilla en la Basílica de San Pedro a todos los Santos el día 1 de noviembre.
En el s. X el abad Odilo del monasterio de Cluny sugiere el 2 de noviembre para orar por las almas de los fieles difuntos. Así se añaden a todos los creyentes que han muerto en la fe (pero no son santos).
En principio, es sólo para la orden de Cluny.
Con el tiempo, esta conmemoración es adoptada por otras congregaciones.
En el s. IX se instaura el 1 de noviembre como día de Todos los Santos en toda la Iglesia católica. En la ortodoxa y en las protestantes se celebra el primer domingo después de Pentecostés.
En el s. XII, el día 2 de noviembre se celebra en toda la Iglesia católica como el día de los fieles difuntos.
De esta manera se da un nuevo sentido a la fiesta de Samhaín, tan arraigada que no podían eliminarla. Así, con el transcurrir del tiempo se difuminaría el origen pagano y perduraría la idea católica. Al tratarse el tema de los difuntos en las mismas fechas, el cambio es mejor aceptado.
¿Qué perdura?
El 31 de octubre es la víspera de Todos los Santos.
En el 1 de noviembre los vivos van a ver a los muertos en los cementerios y se reza por ellos. Normalmente se llevan flores como ofrenda y símbolo de que nos acordamos de ellos.
En el día 2 de noviembre los muertos vienen a visitar a los vivos.
Tres días en total (contando la noche anterior).
Recuerda a la celebración de Samhaín en Irlanda, donde durante tres noches se reunía la gran asamblea en la corte real de Tara.
Sigue habiendo encuentros entre los vivos y los muertos.
¿Se olvidaron antiguas costumbres en este día? No, más bien continuaron. Está documentado que en algunas zonas de España se mantuvieron muchas prácticas asociadas a Samhaín: dejar velas y comida en los caminos para las almas (en Mieres, Asturias), banquetes en las tumbas, castañadas… Y claro está, niños tallando calabazas y pidiendo dulces de casa en casa (por ejemplo, en algunas zonas de Galícia).
Ten en cuenta de que en Galícia se ha recuperado el nombre gaélico de Samaín asociado a estas fechas. El impulsor ha sido el profesor Rafael López Loureiro, para diferenciar de Halloween la tradición que seguía de pequeño de tallar calabazas, iluminarlas por dentro y asustar a los que pasaran durante la noche del 31 de octubre.
Samhaín nos hace tener presente a la muerte como una realidad, forma parte de la vida y no se oculta. Nos recuerda la relación entre los vivos y los muertos, a tener presente a los que se fueron, integrando el dolor de la pérdida.
Hoy en día, en nuestra sociedad, muchas veces la muerte es un tema del que no se acostumbra a hablar abiertamente.
El aumento de la esperanza de vida ha hecho que la veamos lejana. Pero sigue ahí.
Al igual que el interés por lo sobrenatural.
¿Cómo pasa de Samhaín a Halloween?
Hemos de situarnos en países de habla anglosajona.
Samhaín empieza a conocerse como la víspera de Todos los Santos (“All Hallow’s Eve”), que es la noche antes del día de Todos los Santos (“All Hallowmas”). Con el paso del tiempo “All Hallow’s Eve” se transforma en “Halloween”.
En el s. XIX muchos irlandeses llevan sus costumbres a América, donde cada vez Halloween fue teniendo más aceptación, especialmente la calabaza tallada iluminada Jack O’Lantern. En el s. XX Halloween empezó a ser seguida multitudinariamente. Hay espacio tanto para muertos como para seres sobrenaturales.
Es un buen momento para contar historias y hacer manualidades con los niños. Por ejemplo, para los más peques puedes encontrar simpáticos cuentos para dormir de Halloween para educar en valores en esta web.
Halloween también puede ser una oportunidad para tratar el tema del miedo: miedo a las arañas, a los murciélagos, a la muerte, a lo sobrenatural, a aquello que no conocemos, a todo lo que representa. Sí, es una buena ocasión, ya que socialmente no son temas que necesariamente salgan en el día a día.
La industria del cine ha aumentado la popularidad de Halloween con infinidad de películas asociadas a la noche del 31 de octubre, relacionadas principalmente con la muerte, el asesinato, el terror, el gore…
¿Cómo va a evolucionar Halloween? Depende de lo que hagamos en este día.
¿Cómo pasa de Samhaín a la fiesta del magosto?
El paso de los años hizo que Samhaín se fuera celebrando cada vez más como una fiesta centrada para agradecer la cosecha, especialmente de la recogida de la castaña (asociada a los muertos). Tal vez en las ciudades quedó más relegada al olvido, pero se mantuvo en el mundo rural, especialmente en muchos lugares de la península Ibérica.
Las hogueras ocupan un lugar destacado, de ahí el nombre gallego magosto: puede significar Magum Ustum (fuego mágico) o Magnus Ustus (gran fuego). Personalmente, me inclino más por Magum Ustum (es magosto, no magnosto), es más fiel al sentido de la hoguera. Aunque también podría derivar de Mago Usto (al/para el mago quemado).
Es una celebración colectiva, preferiblemente realizada en un lugar adecuado en el monte (no se quiere provocar ningún incendio, además, era lo que hacían los druidas). En una gran hoguera se asan las castañas.
El Magosto se puede hacer entre los soutos (castañares), lareiras (cocinas) o en las plazas de las poblaciones. Hay cuentos de monstruos y de terror, juegos y canciones tradicionales, bromas…
Cuando la hoguera está casi apagada, se puede saltar por encima. Da “buena suerte” tiznarse la cara con la ceniza de los restos de la hoguera (¿recuerdas que los celtas lo hacían? Y tenían la buena suerte de que no se los llevaran al Otro Lado).
La fiesta del Magosto se realiza entre el día de Todos los Santos (1 de noviembre) y San Martín (11 de noviembre). Las protagonistas son las castañas asadas, acompañadas de vino nuevo y chorizos.
La tradición gallega nos cuenta que las castañas simbolizan el alma de los muertos. Se considera que, durante el magosto, cada castaña asada y comida libera a un alma del purgatorio. También se dejan en el suelo para que puedan disfrutarlas los difuntos (¿recuerdas el dejar comida a los muertos?). El vino nuevo simboliza la vida. Acaba un ciclo, pero empieza otro.
Existen variantes del magosto, y en todas las castañas son las estrellas. En algunos lugares en lugar de vino blanco o dulce se bebe sidra.
Me parece interesante mencionar que antiguamente los más pequeños y las mujeres llevaban collares hechos con castañas. La idea era atraer a los buenos espíritus y alejar a los malos.
¿Cómo pasa de Samhaín a la castañada?
En Cataluña, Baleares, Valencia y Aragón la víspera de Todos los Santos se celebra comiendo castañas asadas, panellets y boniatos. La bebida típica es el moscatel.
La costumbre viene del s. XVIII, en que se tocaba a muertos toda la noche del 31 de octubre, hasta el amanecer. La idea era que alejaban a los malos espíritus de los muertos que regresaban esa noche.
El toque de campanas continuo ofrecía protección (¿recuerdas el hacer cosas para protegerse de los muertos?)
Era una noche muy dura para los campaneros, por eso toda la comunidad les ayudaba. Mientras se turnaban, el campanero reponía fuerzas comiendo las castañas y los panellets. Sin olvidarse del moscatel.
La tradición nos cuenta la misma idea que en la fiesta del Magosto: por cada castaña comida, se libera un alma del purgatorio.
Esos días nos han legado la figura de la castañera, una mujer con ropa de abrigo que vende castañas asadas en un lugar en la calle, hoy en día acostumbra a ser dentro de una caseta.
Antes de asar las castañas les hace un corte (la tradición recomienda en forma de cruz), ya que si no saltan o explotan. Una vez asadas, las coloca en un cucurucho de papel para que el cliente las pueda transportar.
Te calientas las manos y tan sólo hay que pelarlas y disfrutar comiéndolas.
Vuelven a salir las castañas asadas y la comida específica para la noche de Todos los Santos.
Se puede decir que bebe de las mismas fuentes que el Magosto. Y éste de Samhaín.
Sin embargo, es necesario recordar que la Castañada se celebra más bien donde vivían los íberos (zona sur y este de la península Ibérica, es decir, desde Andalucía hasta los Pirineos, incluyendo parte de la meseta).
Los íberos comercializaban con otros pueblos, como los fenicios, los cartagineses y los griegos.
El Magosto, en cambio, se celebra en lugares donde habitó el pueblo celta (el resto de la península Ibérica: la meseta y la costa atlántica).
Y como los pueblos no viven aislados, a lo largo de los siglos se van adoptando y adaptando tradiciones. Y el Magosto en territorio celta se transformó en la Castañada en tierras que un día fueron de los íberos.
Pervive la idea de que los muertos caminan entre los vivos, sólo que expresada de otra manera. Y, cómo no, la castaña es la protagonista y se relaciona con los muertos.
La Castañada se identifica con la figura de la castañera y tiene identidad propia. Samhaín es más bien un susurro, pero todavía se puede sentir su brisa, al igual que las reminiscencias de las culturas con que trataron los íberos.
¿Cómo sabemos que en el interior de estas celebraciones late Samhaín?
La idea de que los muertos se pasean entre los vivos en días específicos viene de ahí (y de la antigüedad clásica, por eso se fusionaron muchas ideas celtas y romanas), en la Biblia son pocas las interacciones entre los vivos y los muertos, pero no se menciona un día en que los difuntos puedan pasearse como quieran.
Si viajamos hacia el s.I de nuestra era, Jesús, como seguidor de la tradición hebrea, no celebraba ningún día especial dedicado a los muertos. Hoy en día, como antaño, a los antepasados muertos se les recuerda cada Shabat. También está la plegaria de Izkor para recordar a los difuntos.
Y aunque hoy en día los judíos celebran la Hilulá, y como van a los cementerios se puede pensar que es un día para los difuntos, la realidad es que se hace en recuerdo a la muerte de Rabí Shimón Bar Yojái (s, II-III d.C.), escritor del Zohar.
En el Nuevo Testamento se explica la historia del hombre rico y del hombre pobre, llamado Lázaro (Lucas 16: 27-31), de donde se deduce que los muertos sólo pueden ir al mundo de los vivos con permiso o si son enviados. No depende de qué día sea. El rico no dice que esperará a tal día, que podrá salir, para avisar a su familia que se porte bien para que no los atormenten como a él.
Lo que sí se habla en la Biblia es acerca del encuentro con ángeles, espíritus inmundos y demonios. Nuestro Señor Jesucristo nos muestra qué hay que hacer.
Gracias por el tiempo compartido.
Cuida el espíritu.