Nuestro Señor Jesucristo, después de haber sido bautizado por Juan el Bautista en el Jordán, se dirige al desierto impulsado por el Espíritu. ¿Qué hace allí? Ayuna en soledad durante cuarenta días (por eso la Cuaresma dura cuarenta días, en recuerdo a este hecho). Después de cuarenta días y cuarenta noches, tiene hambre.

Ahora es el momento de las tentaciones. Tentar viene del latín tempto, temptare: “ poner a prueba”, “incitar” o “tocar”.

¿Quién tienta? El diablo. Recuerda que diablo significa “el que divide”, “el que separa”, “el que arroja acusaciones” o “el que calumnia” y es el que lanza tragedias. Proviene de la palabra griega diábolos (Διάβολος), que viene del verbo diaballein, “calumniar”, “difamar”, con las raíces: dia- significa “a través de”, y ballein: “lanzar” o “arrojar”. (Nota: diábolos es la palabra utilizada en la Septuaginta, la traducción de la Biblia hebrea al griego).

Entonces el diablo le dice:

-Si eres Hijo de Dios, di a estas piedras que se vuelvan pan.

Nuestro Señor Jesucristo respondió:

– Escrito está: no sólo de pan vive el hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios.

(Nota 1: hace referencia a nuestra necesidad de alimento espiritual. No sólo nos hemos de preocupar por nuestro físico, también de nuestras emociones, de nuestra mente, de nuestro espíritu, de nuestra libertad… El pan llena nuestro estómago. El amor llena nuestros corazones. El alimento espiritual alimenta lo más profundo de nuestro ser. Jesús nos muestra que ser poderoso va más allá de lo físico y lo material).

(Nota 2: ahora imagina a alguien muy poderoso. ¿Cómo sería si sólo se preocupara de sí mismo, si actuara con frialdad y sin ninguna empatía, sin importarle los demás? Ahora, vuelve a imaginar a alguien muy poderoso, dime: ¿Cómo sería si fuera generoso y paciente, si fuera cálido en el trato y ayudara a los demás? Existe diferencia. Jesús es muy consciente de la importancia del amor, de la libertad y de la espiritualidad, que no todo se reduce a lo material. Jesús es fiel a sí mismo y en más de una ocasión nos dice que no busca su voluntad, sino la voluntad del que le envió. ¿Y quién le envió? El Padre).

Luego el diablo lo lleva al pináculo (la parta más alta) del templo de la ciudad santa (Jerusalén), que se encuentra al noroeste del templo y desde donde hay una visión de vértigo hacia el torrente Cedrón. Ahí el diablo le dice:

-Si eres Hijo de Dios, arrójate de aquí abajo porque escrito está: te encomendará a sus ángeles y te llevarán en las manos para que tu pie no tropiece con ninguna piedra.

Nuestro Señor Jesucristo respondió:

– También está escrito: no tentarás al Señor tu Dios.

(Nota 1: tentar a Dios es ponerle a prueba, es pedir un milagro sin motivos suficientes. Hace referencia a que no hemos de desafiar con arrogancia a Dios ni dudar de Él sólo porque no le vemos. No se trata de “si realmente existe Dios, me va a ayudar” y hacer cosas insensatas, como tirarse de lo alto de un edificio. O esperar que haga nuestro trabajo, evadiendo nuestra responsabilidad. No se trata de buscar a Dios sólo por interés, sólo por los milagros. Se trata de buscar a Dios por lo que Dios Es. Si necesitamos su ayuda, hemos de pedirla con humildad y fe. Una cosa es pedir ayuda y la otra desafiar. La fe es confianza: aunque no haya una prueba física, tenemos la certeza de que nos va ayudar. El si condicional del diablo implica duda. La duda y la incertidumbre nos lleva a la inseguridad y el miedo).

(Nota 2: ¿para qué el diablo lo sitúa en una parte bien visible, en lo más alto del templo de una ciudad tan concurrida como Jerusalén? Sin duda, llamaría la atención de mucha gente si alguien saltara desde allí y vinieran ángeles a rescatarlo. Sin embargo, no sería un milagro religioso: no es así como lo anunciaron los profetas ni tiene que ver con el objetivo de sus actos. No se trata de tener fe a través del poder de hacer milagros o hechos sorprendentes sin más. Jesús hace milagros para sanar y ayudar. Las enseñanzas de Jesús se pueden resumir en un par de oraciones: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Amarás al prójimo como a ti mismo”. No vino a ensalzarse a sí mismo y ser tratado como a Dios. Recuerda que Jesús prefiere referirse a sí mismo como el Hijo del hombre. Jesús no se dedica a utilizar la Palabra ni sus actos para dominar a los demás en nombre de Dios, tampoco quiere hacernos creer ideas erróneas, tergiversando las Enseñanzas en beneficio propio. Jesús se dedica a utilizar la Palabra para hacernos libres, y sus actos son para ayudarnos).

El diablo no se da por vencido, lo cogió y lo llevó a lo alto y le mostró en un instante todos los reinos de la Tierra, mientras le decía:

-Te daré todo este imperio y la gloria de estos reinos, porque me han sido entregados y los doy a quien quiero. Si, pues, te postras ante mí, todo será tuyo”.

Nuestro Señor Jesucristo respondió:

– Retírate, Satanás. Escrito está: adorarás al Señor tu Dios y a Él sólo servirás.

(Nota 1: el diablo le ofrece riquezas y poder: es el dios de este mundo, es el que dirige los grandes poderes del mundo. Este pasaje hace referencia a cómo el diablo quiere que Jesús sea uno más de los que gobiernan a todo el mundo. Pero Jesús lo rechaza porque postrarse ante el diablo implica dominar a los demás y el uso de mentiras, disturbios y guerras para mantener el poder y la riqueza. Sin embargo, Jesús predica la caridad y declara que viene para servir. Jesús no quiere esclavos, quiere que seamos libres. Jesús dijo: “Si vosotros permanecéis en mi doctrina, sois de veras discípulos míos y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres” Jn 8:31-32).

(Nota 2: recuerda que adorar viene del latín adorare, que implica prosternarse y rendir culto a los dioses, venerando, honrando y amando las virtudes que representan. De esta manera, el diablo quiere que Jesús honre y ame a quien difama y calumnia, al padre de la mentira. La calumnia viene del latín caluor, “engañar”. Engañar viene del latín ingannare: “enredar a uno con charlatanería” o “burlarse de él”. La mentira viene del latín mentiri: “urdir un embuste con la mente”. Jesús no está de acuerdo con esa manera de comportarse y no acepta la propuesta del diablo. Jesús permanece firme en sus valores y en todas las virtudes que representan a quien le envió).

El diablo se aleja de él hasta el tiempo oportuno (en la Pasión). Llegan los ángeles y sirven a Jesús. (Nota: si quieres leer las tentaciones personalmente, puedes consultarlas en Mt 4:1-11; Mc 1:12-13 y Lc 4:1-13).

Nuestro Señor Jesucristo es tentado tres veces por Satanás, que le pone a prueba, y, tal como indica su nombre, pretende llevarlo por el mal camino.

Satanás viene del hebreo satán (שָּׂטָן ), que significa “enemigo”, “oponente” o “adversario”. En árabe es Shaitán (شيطان ), “mal camino”, “distante” o “diablo”.

Además, fíjate que el diablo empieza siempre en condicional: si eres quien dices ser, pasará eso que se dice. Si haces esto, te daré esto otro.

En el primer caso es como un reto al ego, para que nos dejemos arrastrar por la soberbia, el exceso de confianza en nosotros mismos o la incertidumbre y la duda (voy a hacerlo para ver si es verdad…). De esta manera podemos hacer cosas que en principio no haríamos, y ahí está la trampa. En el segundo caso propone un contrato directo, pero el precio es abandonar la divinidad y nuestra vida espiritual. Nos pide renunciar a parte de nosotros mismos, a nuestra esencia.

Es muy interesante que diga: “Retírate, Satanás”. Implica que el diablo no puede obligarnos a hacer lo que no queremos hacer. No estamos obligados a seguirle ni a hacerle caso. Es nuestra decisión el Camino a elegir. Jesús nos muestra que no tenemos por qué seguir los métodos que usa el dios de este mundo: hay otra manera de hacer las cosas. Nuestro Padre Celestial nos propone guiarnos por el Amor, la confianza, la fe y la misericordia. Yahvéh nos habla de romper cadenas y de libertad. En el capítulo 58 de Isaías se expresa claramente el ayuno que es agradable a Yahvéh.

Nos hemos fijado en este pasaje acerca de las tentaciones ya que nos muestra que la tentación en sí no nos condena. La tentación no es pecado. No somos tentados más allá de nuestras posibilidades (I Cor 10:14). Recuerda que tentación viene del latín temptatio: “prueba”,“intento”o “tentativa” y tentar es “poner a prueba”, “incitar” o “tocar”.

Lo que importa es cómo nos enfrentamos a esa prueba. “Simplemente”, se trata de superarla. De no ir si no queremos ir. ¿Cómo? Jesús vence a la tentación (prueba) gracias a la confianza en nuestro Padre Celestial y en permanecer fiel a sí mismo y a sus creencias. Tiene claro el Foco que tiene su vida y no se aleja del Camino que ha elegido.

Se trata de ser firmes y mantener el Foco en nuestro Norte, y para ello es importante conocernos. No es negarse sin más, es saber el por qué no eliges ese camino y para qué seguimos en el Camino que hemos elegido. Se trata de ser conscientes de quienes somos y de actuar con coherencia.

Recuerda que Dios no tienta a nadie (Sant 1:13).

Gracias por el tiempo compartido.

Cuida el espíritu.