La tradición del ayuno podemos encontrarla en muchas culturas por diferentes razones. Cada uno tiene sus motivos, ya sean voluntarios o no. No pretendo hacer una lista, pero me gustaría mencionar algunas causas.

Algunos ayunan por motivos religiosos, y cada religión dictamina cómo ayunar, cuándo y da sus motivos.

Otros ayunan para depurar el organismo, y lo utilizan como una herramienta dietética. Es recomendable acudir a personas profesionales en el tema antes, durante y después de seguir algún ayuno, ya que a veces se popularizan ideas que pueden perjudicar la salud. ¿Por qué digo después? Salir de un ayuno, especialmente prolongado, tiene sus pautas. Tan importante es saber cómo hacerlo como saber de qué manera gradual volver a la normalidad nutricional.

Otros ayunan porque no tienen comida, y no tienen más remedio que ayunar. Ya les gustaría tener la seguridad de poder comer al menos una vez al día todos los días.

Normalmente, el ayuno se asocia a abstenerse total o parcialmente de comer o beber, habitualmente por un período de tiempo determinado.

Sin embargo, hay otro tipo de ayuno diferente: es el ayuno que le resulta agradable a Yahvéh. Recuerda que Yahvéh es uno de los nombres de Dios.

¿Cuál es el ayuno agradable a Yahvéh?

¿No sabéis cuál es el ayuno que me agrada?

Desatar las cadenas injustas,

soltar las coyundas del yugo,

dejar libres a los oprimidos,

romper todos los yugos;

repartir tu pan con el hambriento,

hospedar a los pobres sin techo,

vestir al que veas desnudo

y no escabullirte ante el que es tu propia carne.

(Isaías 58:6-7)

El ayuno que propone Yahvéh es claro: nos pide que ayunemos de las acciones que nos hacen oprimir a los demás, porque nos quiere libres.

Nos pide que ayunemos de hacer gestos amenazantes, porque quiere que el Amor y la Misericordia guíen nuestras acciones.

Nos pide que ayunemos de la avaricia y la codicia, porque quiere que compartamos el pan con el hambriento y vistamos al desnudo, entre otras cosas. Es la idea de la limosna: ayudar voluntariamente sin esperar nada a cambio. Es una muestra de Misericordia, además de Justicia.

Nos pide, en definitiva, que ayunemos del Ego (siempre centrado en su pequeño mundo, tapando nuestras debilidades y haciéndonos creer en un falso yo, en un yo ilusorio), porque nos quiere libres y que nuestra verdadera naturaleza brille.

Yahvéh quiere que seamos abundantes y que seamos responsables y conscientes de nuestras vidas. Sabe que el mantener a raya al Ego con Amor y Misericordia, hace que las sombras se iluminen como si fuera el mediodía de un soleado día.

Por eso quiere que ayunemos de Ego, especialmente de la soberbia (del latín superbus: “estar por encima”, “altanero”), es decir, de Ego empoderado, y seamos humildes.

¿Por qué el ayuno es bueno?

Al ayunar de Ego y mantenerlo a raya, nos evitamos muchos sufrimientos, tanto para nosotros mismos como para los demás. Los ataques al Ego nos hacen sentir por los suelos, humillados, avergonzados y nos hunden: nos hacen sentir inferiores.

Si sentimos el Ego amenazado, sale la violencia, la codicia, la avaricia, siempre esclavizados por el miedo a perder.

Sin Ego, no hay miedo a fracasar: sabemos que podemos volver a intentarlo. El Amor no se burla, nos tiende una mano. Cuando aprendemos a caminar, todos caemos, pero nadie nos llama fracasados. Nos animan a levantarnos de nuevo.

¿Por qué de mayores no nos damos el espacio para mejorar? Porque domina el Ego. Ayunando del Ego y actuando con Amor, no hay temor. Volvemos a levantarnos.

Sin Ego, no tenemos miedo al rechazo: sabemos que somos valiosos y no tenemos la necesidad de demostrar nada a nadie, ni de sentirnos inferiores, ni de sentirnos avergonzados.

Cuando hay Amor, hay confianza y autoestima. El Amor nos hace sentir seguros, no hay lugar para el miedo.

El ayuno que propone Yahvéh sacia al alma abatida y nos hace libres y abundantes.

El ayuno que le gusta es coherente con lo que espera de nosotros. Recuerda que según los profetas del Antiguo Testamento, Yahvéh nos reclama tres cosas: practicar la Justicia , amar la Misericordia y caminar humildemente con tu Dios.

Jesús resume lo que se espera de nosotros: “ Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Amarás al prójimo como a ti mismo”.

Cuando amamos tanto a alguien (Amor en mayúsculas), queremos estar a su lado, queremos que esté bien, queremos actuar para el bienestar común y nos hace sacar lo mejor de nosotros mismos. Imagínate cómo sería el mundo si actuáramos con Justicia (correctamente), Misericordia (con el corazón) y con humildad (sin Ego).

Gracias por el tiempo compartido.

Cuida el espíritu.